¿Has escuchado alguna vez la frase de Steve Jobs que dice que no se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; se pueden unir únicamente mirando hacia atrás?.
A mi los puntos me han llevado a conectar con modelos de negocio de emprendimiento social. Casi inconscientemente.
Cuántas veces he hecho cosas, me han pasado situaciones, he conocido gente, y en ese momento me han parecido hechos aislados. Y tiempo después, años después incluso, esas situaciones, sucesos y personas le han dado sentido al momento presente.
Algo así como decirme, «Ah vale, ahora le encuentro el sentido. No fue por nada.».
En las empresas en las que he trabajado mi ojito derecho siempre ha estado puesto en «las causas imposibles». Y no me refiero a cuestiones legales difíciles, que de esas también he tenido unas cuantas, ni de estrategias en momentos de crisis, que también hay lista.
Me refiero a mejorar la situación de determinados colectivos, a crear iniciativas de responsabilidad social empresarial, digamos, diferentes, y esas cosas.
Esto no lo sabe casi nadie, pero cuando decidí salir de la empresa tradicional, me planteé trabajar en una ONG o en una fundación. Pero por lo que fuera no encontré mi hueco, quizás algún día, por eso de los puntos y todo eso.
De lo que no era consciente entonces, era de que para mi, la vertiente social de una empresa es tan importante.
Y con estas, emprendí, comencé a mentorizar negocios y nuevos emprendimientos de mujeres, que mira lo que son las cosas, muchas de ellas desean generar un impacto social con sus proyectos. Emprendimientos sociales en toda regla.
Mi nicho de mercado es muy concreto, mujeres emprendedoras con un proyecto en marcha o una idea de negocio en ciernes. Pero, mira por dónde, sin proponérmelo, la mayor parte de los emprendimientos que acompaño son emprendimientos sociales. ¡Todo un lujo!.
Y me juego algo que tu proyecto quizás también lo es, sólo que no lo sabes.
¿Por qué sabes que es una empresa social?, resumiéndolo mucho, una empresa, que más allá de su impacto económico, pretende un impacto social y/o medioambiental. Lo que se suele decir, dejar huella.
Su objetivo principal es el bienestar social, y para ello, algo que me maravilla, se centra en poner solución a un problema que ya existe. Realmente son emprendimientos creativos.
Y sí, pueden obtener ingresos y tener beneficios, pero no es ahí donde está el foco principal, esa es la diferencia con los emprendimientos de otro tipo.
Te pongo el ejemplo de dos emprendimiento que he mentorizado recientemente. El de Anabel Reyes, una granadina asentada en Mallorca, que de su pasión y sus valores ha hecho una profesión, diseñando webs socialmente responsables.
Y el de Laura San Felipe, que desde un pueblecito de Segovia, enseña a los pequeños negocios y profesionales rurales a comunicar en redes sociales para poner en valor el emprendimiento rural de la España vaciada.
¿Cómo no voy a disfrutar de mi trabajo acompañando a estas emprendedoras sociales?, si en una sesión hay más carga de iniciativa, innovación, creatividad y compromiso que es un master de Harvard.
Mirando hacia adelante no hubiera logrado jamás conectar los puntos, pero así el la vida, una continua sorpresa. Por la parte que me toca, seguiré apoyando el emprendimiento social, y quién sabe, a lo mejor nos encontramos por el camino.
…
Si estos temas te interesan, te invito a que ahora te des alta en mi newsletter para recibir mis consejos y noticias sobre emprendimiento cómodamente en tu correo.