Ni idea tenía yo de lo que significaba vivir un emprendimiento en primera persona. Hasta que lo hice.
Cero conciencia tenía de la necesidad que tiene la sociedad de que las mujeres emprendamos. Hasta que altruistamente y por casualidad, empecé a asesorar a otras mujeres.
Y de esto hace ya unos años.
De haberlo sabido antes, hubiera hecho una de estas dos cosas. Echar a correr, o haber dejado de trabajar antes para los sueños de otros.
Y es que de ambas opciones son una tentación, pero la segunda gana. Para qué engañar a nadie.
Todo tiene su tiempo, su momento. Yo emprendí en el momento justo. No por bueno o por malo, porque fue empezar y volverse el mundo del revés entres crisis y pandemia. Pero era mi momento.
¿Y sabes por qué lo hice? No por lograr el éxito, el poder, reputación o estabilidad. Porque eso lo tenía. Más bien, al cambiar de rumbo y en cierta manera, tuve que comenzar de nuevo.
Lo hice porque el tiempo es limitado, como decía Steve Jobs, y no quería dentro de 20 años preguntarme qué hubiera pasado. Si lo hubiera hecho. O si todo lo contrario.
La verdad es que nadie que me conoce bien me llamó loca (quizá lo pensaron), pero sabían que tanta pasión por ayudar a otras mujeres no podía hacer como que no existía.
¡Había tanta emprendedora necesitada de una mano cercana pero experta que le echara una mano! ¡Y yo sabía hacerlo!. Veintitantos años en la empresa, dirigiendo equipos y tomando decisiones de alto nivel, sin ser consciente de ello, forjaron una nueva profesión para mí.
Y te cuento todo esto, porque esta historia, u otra muy parecida, es quizás la tuya. O la de mujeres que tienes a tu alrededor.
El domingo 19 de noviembre es el Día de la Mujer Emprendedora
¡Vaya personajes somos!
Y estamos por todas partes. Nos dedicamos a cualquier cosa que se nos ocurra. No tenemos límites ni los queremos.
Urbanitas, emprendedoras rurales, científicas, académicas…
Tengo la fortuna de trabajar con ellas como mentora, y no se me ocurre nada más enriquecedor. ¡Y tan retador y motivante!
La mayoría estamos cortadas por mismo patrón.
- Tenemos un propósito personal que hemos trasladado a nuestra profesión.
- Somos creativas, innovadoras e inconformistas (en el sentido positivo de la expresión).
- Nos mueve el ayudar a otras personas. Y te aseguro que esa es una motivación de las más potentes que existen. Porque es a prueba de bombas.
- Tenemos una resistencia a la frustración, diríamos, interesante.
- Somos perseverantes hasta el infinito y mucho más. Nos caemos, pero un empujón, y arriba otra vez.
- Nos interesa el desarrollo profesional, la familia, nuestras aficiones, los problemas sociales, ¡todo! Un totum revolutum que no veas.
¿Y sabes qué?, que como se suele decir, la que la sigue la consigue.
Nada mejor que un ejemplo.
Esta semana mismo me he llevado la alegría de que una de las emprendedoras que he mentorizado en la VII edición de Gira Mujeres de Coca-Cola, ha sido una de las 4 ganadoras del certamen. 480 proyectos se han presentado, casi nada.
Un ejemplo real de mujer emprendedora
Virginia Fradejas, una ingeniera gallega que ha aterrizado, por cosas de la vida, en Valladolid. Podía haber seguido como directora de producción en una multinacional del sector alimentario, pero no.
Te lo cuento con sus palabras, y ya me dices si no te quitas el sombrero.
“Un día decidí dejar mi puesto en la industria alimentaria y lanzarme a obtener ingredientes vegetales 100% naturales procedentes de agricultores locales, consciente de que el 30% de la comida que cultivamos se pierde.»
En Kamarere lo tenemos claro y queremos contribuir a ser parte de la solución al despilfarro alimentario por un lado y a la comida más saludable por otro, usando además materia prima local.
Trabajamos día a día con proveedores y colaboradores para buscar nuevas funcionalidades y soluciones personalizadas para nuestros clientes. Lo conseguimos con una gran dosis de pasión por lo que hacemos, pero también combinando nuestros estudios en I+D+i y la eficiencia de nuestros procesos.
El resultado es un ingrediente sostenible, natural, de cercanía que además aportan soluciones tecnológicas.”
¿Qué te parece?
Virginia es tan sólo un ejemplo. Porque Virginias hay muchas. Unas más visibles que otras, pero ahí estamos.
Gracias, emprendedoras
Así, que no puedo más, que, rondando el Día de la Mujer Emprendedora 2023, hacer dos cosas:
Una, dar gracias por esta profesión que el trabajo y el esfuerzo de muchos años me ha regalado. Mentorizar a emprendedoras y empresarias en sus negocios.
Y dos, agradecer a cada una de vosotras, empresarias y emprendedoras, vuestro tesón y la pasión por lo que hacéis. Con unas cuantas ya he tenido la ocasión de trabajar, y con muchas otras espero poder encontrarnos en el camino.
¡Feliz día de la Mujer Emprendedora!
Mayte
