Esto va de un trepa en el trabajo.
Marta, socia de uno de un conocido despacho de abogados, se había preparado durante días la presentación de una nueva ley. Tenía que hablar de ella en un desayuno con empresas. Y ahí estaba yo también, a punto de quedarme con cara de, ¿en serio?
La exposición comenzó bien, de hecho, de forma brillante (porque Marta es brillante), y eso que el tema no era sencillo de plantear.
Un auténtico trepa en el trabajo…
Pero en medio de su discurso, su compañero de despacho, de repente levanta la palma de la mano frente a la cara de Marta (si estuviéramos en la calle pensaría que quería parar el tráfico, ¡stop!), y sin pestañear, continúa la exposición como si el estudio realizado hubiera sido cosa suya, centrando toda la atención en su persona.
Si no supiera por Marta que su compañero no había escrito ni una coma, y que lo que estaba haciendo era adueñarse del trabajo de ella, me hubiera parecido un maleducado, pero resulta, que estábamos ante un auténtico “trepa”.
¿Qué hizo Marta? Nada. Sentirse mal consigo misma por no haberle plantado cara, eso sí.
Características de un trepa en el trabajo
Pero los trepa no se hacen de la noche a la mañana, y pueden ser identificados por su comportamiento en el día a día. Porque suelen seguir unos patrones.
✔️ Muchas veces son simpáticos y aduladores, pero cero empáticos.
✔️ Prestan atención a todo, están atentos cual aves de presa, y lo que puede parecer “interés”, en realidad es su forma de recabar información para apropiarse de ella.
✔️ Se muestran seguros de sí mismos, aunque a menudo detrás hay una persona insegura que necesita del reconocimiento externo.
✔️ Son egoístas, no dudan en mentir (aunque ante un público que no les conoce pueden dar la sensación de ser grandes profesionales), y desde luego, trabajar en equipo no es lo suyo.
Cómo actuar ante un trepa
Ahora bien, ¿debería Marta haberse enfrentado a él en público sacándole los colores?, ¿debería haber expresado su malestar?, ¿o mejor callarse y confiar en que no se volvería a repetir?
En primer lugar, no expresar cómo nos sentimos y callarnos lo que nos molesta, nos hace sentir “estúpidas”. Como le sucedió a Marta. Por lo tanto, esto queda descartado.
Lo que si podría haber hecho Marta cuando le levanto la mano para hacerla callar, es decirle educadamente y con firmeza, pero con una sonrisa (eso descoloca mucho a la otra parte), algo así como, “Disculpa Alberto, voy a terminar el hilo de lo que estoy contando y a continuación sigues tu si lo deseas”. Muy maleducado ha de ser Alberto para seguir adelante. Porque ten en cuenta, que a esta gente no le suele poner en su sitio, y cuando alguien lo hace pierden fuerza.
Y ya de paso, si Marta hubiera sido más avispada, porque sabía que Alberto es más trepa que una enredadera, podría haber comenzado su exposición dejando caer sutilmente que llevaba días preparándose el asunto para compartirlo ese día con la audiencia.
Pero ya fuera, una vez calmada, lo suyo sería expresar asertivamente a Alberto lo que piensa, cómo se ha sentido, y ¡muy importante!, decirle qué espera de él a partir de entonces. Como se suele decir, ponerle en su sitio, pero repito, con asertividad.
Porque en un ambiente laboral los enfrentamientos directos con estos personajes no funcionan, al menos no para nuestro bien.
Y si detectas un trepa en ciernes en tu oficina, mejor mantén las distancias, se cortés pero no te rindas a sus halagos, y si no puedes evitar tener que compartir con él ese trabajo que es sólo mérito tuyo, procura hacerlo por escrito con copia a tu superior o a quien consideres que debe estar al corriente por si el sujeto hace de las suyas.
Cuando es un jefe trepa
¿Y si es el jefe el trepa?, mala cosa, ¿verdad?
¿Recuerdas la película “Armas de Mujer”?, sino, te aconsejo que la veas, porque no tiene desperdicio.
Si bien comienza con la historia de Tess McGill (Melanie Griffith), una joven secretaria sin títulos académicos pero visión para los negocios, que se hace pasar por su jefa cuando esta sufre un accidente esquiando, a donde voy yo, es al desenlace. Cuando Tess ha generado un negocio importante para la compañía, y a su regreso, Katharine (Sigourney Weaver), su jefa, se atribuye el mérito de la operación.
Con lo que yo me quedo de la escena final, es cómo Tess utiliza para desenmascarar a su jefa una información que sólo ella conoce.
En la realidad, poner en evidencia a tu jefe es poco recomendable, pero si puedes utilizar la información que conoces para mostrar tu papel en el asunto, que resulte evidente que no eres la actriz secundaria.
Dejar constancia por escrito de tu trabajo, haciendo uso del correo electrónico, y si procede, poniendo en copia a otro miembro del equipo de tu confianza, es una opción.
Y una vez, y también en este caso, una conversación asertiva, aunque no te garantice que las cosas vayan a cambiar, facilitará que te sientas bien contigo misma, y la otra persona no podrá argumentar que no sabía que eso te molestaba.
Y dependiendo del caso, y eso sólo tú puedes valorarlo, si nada funciona o la situación se repite, puedes acudir a RR.HH. Pero nunca te pongas al nivel del trepa, ni te alteres ni le faltes al respeto. Pruebas, hechos y confianza en ti misma, es mi mejor receta.
Esto es lo que he compartido con Vogue Business para el artículo sobre cómo aprender a detectar y a ponerle freno a «un trepa», y es que el tema no tiene desperdicio.
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