Volver a ilusionarse con el negocio, con tu emprendimiento… Qué necesario a veces, ¿verdad?
Un negocio es al fin y al cabo una relación, y como todas, es normal que sufra altibajos. Pero es la falta de ilusión lo que más nos afecta emocionalmente. Y ya se sabe, cuando emocionalmente no estamos conectadas con lo que hacemos, los resultados se esfuman por la ventana.
Porque perdemos la energía, las ganas, porque ya no nos identificamos con el proyecto, o quizás sencillamente, es que hemos evolucionado.
¿Pero, sabes dónde radica el problema realmente?
No en ti, evolucionar es bueno. El problema es no aceptarlo y sumirte en el lamento inútil que no te lleva a nada.
¿Qué haces cuando tu relación de pareja atraviesa una crisis? Puedes romperla, por supuesto, y a veces es necesario. Pero también puedes antes intentar hablar, identificar qué falla, cambiar los hábitos, salir de la rutina que los años van asentando sin darnos cuenta. Al fin y al cabo, buscar la manera de reilusionarte y reilusionar a tu pareja.
Un caso real…
Me viene a la cabeza una clienta a la que estoy mentorizando que lleva más de 30 años con su empresa. El negocio va bien, pero no es feliz. Ha perdido la ilusión. El desgaste de haberse subido a un tren que nunca ha terminado de hacer suyo. El agotamiento de dirigir una empresa cuando ella no se siente empresaria, sino una buena profesional en lo que hace. No porque no sea capaz, que vaya si lo es, sino porque nadie le enseñó a dirigir un equipo, a gestionar los costes, a crear una estrategia de marketing, y tantas otras cosas.
Ya no se identifica con la imagen de su empresa (y me da la sensación de que nunca lo ha hecho). ¡Y eso es tremendo!
Ese día que sales a la calle con prisas y no piensas ni lo que te has puesto, pero no te sientes a gusto con ello, y te encuentra a alguien que hace tiempo no has visto. ¿Qué haces? Yo, cruzar de acera.

Vamos a ver, dime si sientes algo de esto:
- Te cuesta levantarte cada mañana para ir a trabajar (y no vale achacarlo a la primavera).
- Te sientes como un hámster en su rueda.
- Eres consciente de que tienes muchas cosas que hacer pero te da una pereza tremenda ponerte a ello. Porque por más que te esfuerzas no avanzas demasiado.
- Se te ocurren mil y una ideas para cambiar tu negocio, lo que te imaginas te ilusiona más que lo que tienes.
- Te imaginas que te toca la lotería y que colocas el cartel de “sayonara baby”.
- No te identificas con el logo de la empresa, con el estilo de los espacios, con los colores, con las fotos en las que apareces … Si te piden una tarjeta te da vergüenza entregarla, y cuando miras tu web deseas ponerla en mantenimiento.
Vino a mejorar su negocio, pero…
Esta mujer de la que te hablaba, acudió a mí con voluntad, no de cambiar nada de lo que no “le llena ya”, sino de mejorar los resultados del negocio, optimizar las inversiones, etc.
Lo otro, es que ni se lo había planteado. Obligación por encima de devoción.
Pero como los años son un plus, me pasa como a los médicos. Que he aprendido a leer entre renglones y a identificar más allá de lo que me cuentan.
¿Qué hice con ella te preguntas? Pues decirle lo que es una evidencia cuando otro te lo dice. Que íbamos a hacer todo eso que ella identificó que necesita, pero con la vista puesta, no en lo que tiene sino en lo que le gustaría que fuera. Porque las cosas no tienen que seguir así. ¿Acaso está escrito en algún sitio?
Sólo la ilusión que vi en su mirada vale un mundo.
Ilusionarse con el negocio
Y ahora te preguntarás qué puedes hacer tú para volver a ilusionarse con el negocio, el tuyo.
En primer lugar, no lanzarte de cabeza a nada. Quiero decir, no ponerte a rediseñar el logo y a cambiar la decoración, ni el formato de tus redes sociales, ni nada de lo que te lleva el primer impulso.
Y por supuesto, tampoco a modificar la estrategia de precios, de producto ni nada de todo ello.
Al fin y al cabo, el proceso de ilusionarse con un proyecto es un proceso de cambio. Y todo cambio requiere de un análisis previo.
Y previo al análisis, es necesario realizar un diagnóstico de la situación actual de tu empresa, cuando más completo mejor.
Re ilusionarse con el negocio, con tu emprendimiento, tiene mucho que ver con tu propósito personal. Si la empresa es tuya, tus objetivos personales, lo que se te da bien hacer, tu vocación y tu idea de negocio han de resultar coherentes entre sí.
Donde no acampa la coherencia aparece la inquietud.
Eso por un lado.
Visión y misión de la empresa han de ir de la mano.
La misión, por si no lo sabes, es su objetivo, su razón de ser, y ha de estar en consonancia con su visión (con lo que pretende conseguir a futuro). Sería la respuesta a el porqué de tu empresa.
La visión es visualizar el futuro de la empresa en un plazo determinado. Es el ejercicio mental de simular tu actividad empresarial en el futuro. Dónde quieres estar y qué quieres conseguir en un plazo.
¡Ah!, y no te olvides de identificar tus valores, para mí son la clave de mi empresa.
Por lo tanto, empieza por ahí. Por contrastar dónde estás y a dónde quieres ir.
Los rincones de tu negocio
Y a continuación métete hasta la cocina en cada rinconcito de tu negocio:
- El perfil de tu cliente ideal. Conócelo como si te fueras a vivir con él.
- Tus servicios y/o productos. Los que funcionan y los que no, los que necesitas para impulsar el cambio que deseas.
- Las estrategias de comunicación y marketing y los resultados que has obtenidos en los últimos años.
- Cuál es tu propuesta de valor.
- La política de precios y tu posicionamiento en el mercado.
- Tu estrategia de recursos humanos.
- Quién es y qué hace tu competencia.
- Las fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades de lo que tienes en mente. Un análisis DAFO vaya.
- Cómo se comporta el mercado.
- Costes de producción, de tu actividad…
Casi nada, ¿verdad?
Es trabajo, claro que sí, ¿pero acaso ahora te pasas las horas a la Luna de Valencia?, como decimos por aquí.
Pues entonces, lo que vas a hacer es dejar de gastar tu tiempo para invertir cada minuto en algo que está a tu alcance, re-ilusionarte con tu negocio.